De nuestras antípodas una locomotora imponente.
La llegada al taller de un modelo grande, sea en escala H0 o
mayores, siempre supone que aparecen por encima de la mesa multitud de
recipientes dónde se irán alojando las diferentes piezas y partes que lo componen. Una vez finalizada la reparación, pintura, transformación o lo
que solicite el aficionado que me la confió, deben volver a ocupar su lugar
para completar el cierre y pruebas.
Es por esto que recuerdo una frase del libro “El
Ferrocarril de Sierra Menera” dónde se citaba al jefe de taller refiriéndose a
las Garrat: -se me va a llenar el taller de piezas-. En mi
caso no es tan grave, los elementos son más pequeños, pero si provoca la
sensación de estar rodeado de locomotora por todas partes.
La rotulación de esta locomotora, junto con la sincronización de los dos lados, ha sido uno de los puntos más delicados. |
Varias veces he trabajado, en escala H0, con máquinas articuladas mucho mayores, imponentes Mallets americanas, llenas de ruedas, bielas, cilindros y… de todo. Pero la diferencia entre aquellas y las Garrat es que la tracción, con un solo motor eléctrico, se puede resolver con relativa facilidad gracias a la forma de trabajo de esas máquinas: carretones alineados uno a continuación de otro y rodando ambos en el mismo sentido.
Para el caso de las Garrat esto no es posible, se hace necesario duplicar los motores y por tanto la parte eléctrica, para dar servicio a dos mecanismos de tracción funcionando invertidos, marcha adelante-marcha atrás y en lados distintos del cuerpo central de la locomotora.
En esta máquina, que como todas las de la colección de J.S. debía ser digital, con luces y sonido, se ha empleado una fórmula para la tracción copiada de la realidad: son dos locomotoras digitales independientes funcionando sincronizadas. Como además es para un circuito de tres carriles, el patín está instalado en el cuerpo central, aprovechando los pivotes de giro de los carretones como punto de contacto. De esta forma los tres cuerpos de la máquina se pueden separar para guardar, mantener, trasladar… sin la existencia de cables o conectores entre articulaciones, elementos siempre delicados a la hora de mover fuera de la vía nuestros modelos. Solo uno de los dos lados incorpora un decodificador con sonido.
Las locomotoras articuladas, en
cualquiera de sus formatos, me siguen sorprendiendo porque, aunque ya he visto
unas cuantas, en todas encuentro algún detalle ingenioso del artesano oriental
que las diseñó y que permite, por ejemplo, que una locomotora doble funcione
con un solo motor, la articulación cumpla su función sin bloquearse, los
tornillos -benditos
tornillos que permiten montar y desmontar sin romper ¡qué gran invento!- para el desmontaje estén bien
disimulados... en fin un conjunto de técnicas puramente mecánicas nada de CAD/CAM, construidas en una época dónde hablar de ordenadores era poco
menos que dar un discurso de brujería.
Con el cantábrico de fondo y el verde del norte luce espléndida, aún lejos de su Australia de referencia. |
Referencias externas:
EL FERROCARRIL MINERO DE SIERRA MENERA. de Javier Aranguren (✝). Libro imprescindible para conocer la historia de esta interesante linea.